"No te sientas hundido por intentarlo y fracasar, sino por no haberlo intentado". O, dicho de otra manera, "arrepiéntete de lo que hagas y no de lo que no hagas".
Hay multitud de frases y refranes que nos hacen reflexionar acerca de la frustración o el sentimiento de impotencia, así como del valor o no de ese sentimiento. Hasta los niños pequeños dicen en ocasiones "No te frustres" y comienzan a utilizar ese concepto como parte de su vocabulario.
El concepto de frustración se define como el sentimiento que se genera en un individuo cuando no puede satisfacer un deseo. Ante este tipo de situaciones, las emociones que suelen aflorar son la ira, la ansiedad o disforia, principalmente.
Según la Psicología, la frustración es la vivencia de fracaso, de no consecución de lo que se esperaba, de perjuicio, de injusticia (reales o sentidos como tales por el sujeto).
La frustración es inherente al ser humano, es decir, no se puede lograr todo aquello que se desea. Aunque hay algunas personas que crecen con la sensación de que lo que quieren, lo tienen. Personas que casi consiguiendo menos y que cuando algo se les "tuerce", la sensación de frustración es tan grande que pueden llegar a derivar en trastornos psicológicos al no saber, manejar lo que les está sucediendo.
Por eso, los profesionales de la psicología estamos convencidos de la importancia que tiene permitir a los más pequeños experimentar ciertas emociones que los prepararán para ser adultos en un mundo real. Emociones como la frustración, el aburrimiento, etc. Existen padres y madres que viven en la constante ansiedad de no provocar en sus hijos/as frustraciones o momentos de aburrimiento, tristeza o melancolía. Como siempre comento, todas las emociones son fierras y todas deben ser validadas y sentidas.
Por lo tanto, considerando que es un aspecto inherente al ser humano, la clave reside en la capacidad de gestionar y aceptar este desacuerdo entre lo deseado y lo real. El problema no se ubica en las situaciones externas, sino en la forma en la que la persona afronta esas circunstancias.
La forma en que podemos afrontar y superar este estado emocional pasa por una adecuada gestión implicando la aceptación tanto de lo que sucedió como de lo que uno siente ante lo ocurrido. Recordemos el principio 90/10 de Covey:
El 10% de la vida está relacionado con lo que nos sucede y el 90% de la vida está relacionado con cómo reaccionamos ante lo que nos sucede.
Pues bien, consiste en aceptar ese 10% y gestionar mis emociones, pensamientos y comportamientos para adaptarme y superar la situación de forma positiva.

Las personas con baja tolerancia a la frustración presentan las siguientes características:
¿Qué puedes hacer para entrenar la tolerancia a la frustración?